Voy a comenzar a explicar con un
término simple el significado de revolución, la revolución se define como un
cambio brusco o radical dentro de un sistema económico y/o moral de una
sociedad.
La mayoría de las veces este término
lo asociamos inmediatamente con conflictos bélicos, innovaciones tecnológicas o
científicas, ideales y también por algunos personajes que generaron un cambio para siempre. Y en este tópico encontramos
múltiples ejemplos, tanto positivos como negativos, puedo pensar inmediatamente
en Gandhi, Mandela, Hidalgo, Mozart,
Galilei, Colón, un sinfín de personajes que dejaron marca en la historia.
Incluso están los del bando negativo como Hitler, Stalin, Mussolini, Porfirio Díaz.
Toda actividad humana está
sujeta a la revolución, al cambio, a la innovación, como por ejemplo, The
Beatles significo un cambio radical en el mundo musical. El futbol, es un tema
que también se involucra y existe un revolucionario del balón que admiro mucho,
que en algunos parajes de mi vida aspiro a ser como él y que me recuerda
bastante a mi padre, aquel argentino que hizo que el mundo del balompié mundial
se asombrara en el 2005 con la Selección Nacional de México casi perfecta cuyo
estilo de juego termino siendo como una interpretación y combinación de un
Tango de Carlos Gardel y una melodía de José Alfredo Jiménez.
Ricardo Antonio La volpe nació
en Buenos Aires, Argentina un 6 de Febrero de 1952, nunca fue un arquero de
cualidades extraordinarias pero su
talento le alcanzo para jugar en el San Lorenzo y ganar un mundial en
1978, debuto en el Banfield en 1971 y 11 años después dejaba de ser jugador
para comenzar su carrera de director técnico con el extinto equipo de Oaxtepec,
tuvo un paso con el Atlante donde se le recuerdan sus duelos individuales con
Hugo Sánchez.
Su gloria más grande fue ser campeón
con Atlante en 1993 y campeón mundial en 1978 bajo la sombra del “Pato” Fillol,
su paso en la mayoría de sus equipos fue sin pena ni gloria, tuvo instancias
muy cortas en los dos grandes equipos de México que son el Guadalajara y el
América hasta que en 1997 llego a un equipo desconocido, que se caracterizaba más
por su mediocridad que por su protagonismo, llego a un Atlas que estaba
moribundo y la realidad es que se tenía muy poca fe en que Ricardo levantara el
barco, sin embargo, algo no fluía con normalidad ya que en poco tiempo alcanzo
un nivel de juego impresionante, liderato general, liguillas consecutivas, victorias,
goleadas, el Jalisco se llenaba cada 15 días y en las portadas de los periódicos
y los medios de comunicación comenzaban a hablar de un tal equipo radicado en
Guadalajara con colores rebeldes llamado Atlas.
Esto tal vez no dice mucho, pero
las formas importan y en esa época, Ricardo aprovecho el talento descubierto
por su antecesor Marcelo Bielsa y empezaron a aparecer jóvenes canteranos como
César Andrade, Rafael Márquez, Miguel Ángel Zepeda, Juan Pablo Rodríguez,
Erubey Cabuto, Mario Méndez, Daniel Osorno, por mencionar algunos. La Volpe
implanto métodos poco ortodoxos en los entrenamientos, abogaba por el futbol
ofensivo y espectacular, de toques simples y rápidos por las bandas, aposto más
por la juventud que por la experiencia, tenía un don de mando que era percibido
desde la grada motivo por el cual se le comenzó a apodar como “El Jefe” y un
adolescente dirigiendo la orquesta con el número 27 en la espalda: Rafael Márquez.
En 1999, llevo al Atlas a la
final de la Liga Mexicana después de varios años de ausencia, estaba el destino
puesto para terminar con 48 años de sequía pero se topó con un equipo de época,
con una delantera letal liderada por José Saturnino Cardozo y una meta bien
custodiada por Hernán Cristante, era la experiencia contra la juventud, se abrió
la serie en el Jalisco y el Toluca no tuvo piedad del Atlas pero los rojinegros
y su revolución no terminaban, ante todo pronóstico terminaron empatando el
juego a tres y todo se decidía en La Bombonera, los rojinegros se pusieron al
frente del marcador a los 46 segundos con gol de Hugo Castillo pero de nueva
cuenta, el diablo apareció y dio la vuelta al marcador, sin embargo, el espíritu
rojinegro volvió a relucir y terminaron empatando el juego a dos goles. Un espectacular
5-5 global que obligo a tiempos extras, acompañado por la polémica ya que se
invalido un gol legítimo de Toluca y la expulsión del revolucionario argentino.
Todo estaba puesto para que La
Volpe fuera el “Rey de México” en esa final del Verano 1999, nadie podía vencer
ni hacerle sombra a su poderoso Atlas de Andrade, Castillo, Osorno, Zepeda y el
mariscal de campo, la leyenda del futbol mexicano en la actualidad Rafael Márquez.
Sin embargo, inexplicablemente
los revolucionarios son incomprendidos en su época, vistos como personas
molestas o simplemente tienen mala suerte para ver finalizada su obra cuando
tienen la mesa puesta. Yo no quiero entrar en detalle porque es una herida
profunda en el corazón, un penal errado por Julio Estrada en la muerte subida término
otorgándole el campeonato al Toluca pero como la Naranja Mecánica de Rinus
Michels en 1974, se le recuerda más al perdedor que al ganador. Desde ese
momento el Atlas comenzó a hacerse de un nombre importante en el futbol
mexicano y a caracterizarse por la calidad de sus jóvenes futbolistas.
La Volpe se fue del Atlas en el
2001, dejando un legado que nadie ha podido alcanzar, superar ni igualar. Regreso
en el 2009 con más pena que gloria y con la esencia del “Chelis” con la moda de
los “Levanta muertos” pero no funciono.
La Volpe llego al Toluca y en un
lapso de un año, ya en el banquillo de la selección nacional pero dirigiendo
desde un palco de La Bombonera logro derrotar al Morelia con una estupenda actuación
de Cardozo, Ricardo culmino caprichosamente en Toluca lo que un penal errado le
impidió con Atlas.
La Volpe hizo un trabajo
excepcional con la selección nacional de México y aunque no pudo vencer tantas
veces al talón de Aquiles de México llamado Estados Unidos, logro una paridad
con ellos reflejada en las estadísticas que
ligeramente otorgaban superioridad al cuadro azteca, realizo un trabajo
excelente y la columna vertebral de esa selección nacional fue el conjunto
rojinegro pues varios de sus jugadores
eran producto de la cantera de la academia rojinegra.
Hoy con mucho cariño, con mucho
respeto y demasiada admiración, con algo de nostalgia, dedico estas letras a
Ricardo Antonio La Volpe, honor a quien
honor merece, es un revolucionario, lo fue y es un personaje que cambio la
forma de plantear, de ver y de sentir el futbol para siempre. El Atlas, su selección nacional de México y
hasta la Copa del Mundo de 1978 que gano como jugador, merecen este
reconocimiento.
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