martes, 9 de febrero de 2016

Ricardo Lavolpe y la revolución rojinegra

Voy a comenzar a explicar con un término simple el significado de revolución, la revolución se define como un cambio brusco o radical dentro de un sistema económico y/o moral de una sociedad.
La mayoría de las veces este término lo asociamos inmediatamente con conflictos bélicos, innovaciones tecnológicas o científicas, ideales y también por algunos personajes que generaron  un cambio para siempre. Y en este tópico encontramos múltiples ejemplos, tanto positivos como negativos, puedo pensar inmediatamente en Gandhi, Mandela,  Hidalgo, Mozart, Galilei, Colón, un sinfín de personajes que dejaron marca en la historia. Incluso están los del bando negativo como Hitler, Stalin, Mussolini, Porfirio Díaz.
Toda actividad humana está sujeta a la revolución, al cambio, a la innovación, como por ejemplo, The Beatles significo un cambio radical en el mundo musical. El futbol, es un tema que también se involucra y existe un revolucionario del balón que admiro mucho, que en algunos parajes de mi vida aspiro a ser como él y que me recuerda bastante a mi padre, aquel argentino que hizo que el mundo del balompié mundial se asombrara en el 2005 con la Selección Nacional de México casi perfecta cuyo estilo de juego termino siendo como una interpretación y combinación de un Tango de Carlos Gardel y una melodía de José Alfredo Jiménez.
Ricardo Antonio La volpe nació en Buenos Aires, Argentina un 6 de Febrero de 1952, nunca fue un arquero de cualidades extraordinarias pero su  talento le alcanzo para jugar en el San Lorenzo y ganar un mundial en 1978, debuto en el Banfield en 1971 y 11 años después dejaba de ser jugador para comenzar su carrera de director técnico con el extinto equipo de Oaxtepec, tuvo un paso con el Atlante donde se le recuerdan sus duelos individuales con Hugo Sánchez.
Su gloria más grande fue ser campeón con Atlante en 1993 y campeón mundial en 1978 bajo la sombra del “Pato” Fillol, su paso en la mayoría de sus equipos fue sin pena ni gloria, tuvo instancias muy cortas en los dos grandes equipos de México que son el Guadalajara y el América hasta que en 1997 llego a un equipo desconocido, que se caracterizaba más por su mediocridad que por su protagonismo, llego a un Atlas que estaba moribundo y la realidad es que se tenía muy poca fe en que Ricardo levantara el barco, sin embargo, algo no fluía con normalidad ya que en poco tiempo alcanzo un nivel de juego impresionante, liderato general, liguillas consecutivas, victorias, goleadas, el Jalisco se llenaba cada 15 días y en las portadas de los periódicos y los medios de comunicación comenzaban a hablar de un tal equipo radicado en Guadalajara con colores rebeldes llamado Atlas.
Esto tal vez no dice mucho, pero las formas importan y en esa época, Ricardo aprovecho el talento descubierto por su antecesor Marcelo Bielsa y empezaron a aparecer jóvenes canteranos como César Andrade, Rafael Márquez, Miguel Ángel Zepeda, Juan Pablo Rodríguez, Erubey Cabuto, Mario Méndez, Daniel Osorno, por mencionar algunos. La Volpe implanto métodos poco ortodoxos en los entrenamientos, abogaba por el futbol ofensivo y espectacular, de toques simples y rápidos por las bandas, aposto más por la juventud que por la experiencia, tenía un don de mando que era percibido desde la grada motivo por el cual se le comenzó a apodar como “El Jefe” y un adolescente dirigiendo la orquesta con el número 27 en la espalda: Rafael Márquez.
En 1999, llevo al Atlas a la final de la Liga Mexicana después de varios años de ausencia, estaba el destino puesto para terminar con 48 años de sequía pero se topó con un equipo de época, con una delantera letal liderada por José Saturnino Cardozo y una meta bien custodiada por Hernán Cristante, era la experiencia contra la juventud, se abrió la serie en el Jalisco y el Toluca no tuvo piedad del Atlas pero los rojinegros y su revolución no terminaban, ante todo pronóstico terminaron empatando el juego a tres y todo se decidía en La Bombonera, los rojinegros se pusieron al frente del marcador a los 46 segundos con gol de Hugo Castillo pero de nueva cuenta, el diablo apareció y dio la vuelta al marcador, sin embargo, el espíritu rojinegro volvió a relucir y terminaron empatando el juego a dos goles. Un espectacular 5-5 global que obligo a tiempos extras, acompañado por la polémica ya que se invalido un gol legítimo de Toluca y la expulsión del revolucionario argentino.
Todo estaba puesto para que La Volpe fuera el “Rey de México” en esa final del Verano 1999, nadie podía vencer ni hacerle sombra a su poderoso Atlas de Andrade, Castillo, Osorno, Zepeda y el mariscal de campo, la leyenda del futbol mexicano en la actualidad Rafael Márquez.
Sin embargo, inexplicablemente los revolucionarios son incomprendidos en su época, vistos como personas molestas o simplemente tienen mala suerte para ver finalizada su obra cuando tienen la mesa puesta. Yo no quiero entrar en detalle porque es una herida profunda en el corazón, un penal errado por Julio Estrada en la muerte subida término otorgándole el campeonato al Toluca pero como la Naranja Mecánica de Rinus Michels en 1974, se le recuerda más al perdedor que al ganador. Desde ese momento el Atlas comenzó a hacerse de un nombre importante en el futbol mexicano y a caracterizarse por la calidad de sus jóvenes futbolistas.
La Volpe se fue del Atlas en el 2001, dejando un legado que nadie ha podido alcanzar, superar ni igualar. Regreso en el 2009 con más pena que gloria y con la esencia del “Chelis” con la moda de los “Levanta muertos” pero no funciono.
La Volpe llego al Toluca y en un lapso de un año, ya en el banquillo de la selección nacional pero dirigiendo desde un palco de La Bombonera logro derrotar al Morelia con una estupenda actuación de Cardozo, Ricardo culmino caprichosamente en Toluca lo que un penal errado le impidió con Atlas.
La Volpe hizo un trabajo excepcional con la selección nacional de México y aunque no pudo vencer tantas veces al talón de Aquiles de México llamado Estados Unidos, logro una paridad con ellos  reflejada en las estadísticas que ligeramente otorgaban superioridad al cuadro azteca, realizo un trabajo excelente y la columna vertebral de esa selección nacional fue el conjunto rojinegro pues  varios de sus jugadores eran producto de la cantera de la academia rojinegra.

Hoy con mucho cariño, con mucho respeto y demasiada admiración, con algo de nostalgia, dedico estas letras a Ricardo Antonio La Volpe,  honor a quien honor merece, es un revolucionario, lo fue y es un personaje que cambio la forma de plantear, de ver y de sentir el futbol para siempre.  El Atlas, su selección nacional de México y hasta la Copa del Mundo de 1978 que gano como jugador, merecen este reconocimiento. 

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